Desgraciadamente, y de desde hace varios años, observo como los pasaroniegos, los de aquí y los de allí, los que vivimos en Pasarón, Bilbao, Barcelona, Madrid, Berlín etc nos hemos dejado secuestrar las las Fiestas del Salvador, al igual que otras, en manos de varios dirigentes políticos o religiosos. Ya han perdido el carácter de popular, ya no son nuestras fiestas, son las de ellos, en las que poco a nada tenemos que ver.
Agosto, ese maravilloso mes esperado por todos, nos acerca a las vacaciones, los amigos, los parientes y especialmente a las fiestas populares de El Salvador.
En todo estudio de los pueblos y su historia vemos unos aspectos fijos, que no cambian con el paso del tiempo, una memoria colectiva de eventos y celebraciones que se repiten periódicamente, de generación en generación, que constituye el corazón de esa comunidad, sus tradiciones y sus creencias. Por otro lado, la fiesta rompe la monotonía, suspende el ritmo de la vida cotidiana, es algo esperado y ansiado, que aglutina una comunidad en torno a una celebración y sus preparativos, muestra lo mejor de sí a sus visitantes y convoca a sus hijos lejanos al retorno y el encuentro familiar. La fiesta se convierte entonces en ruptura cronológica, ocio, celebración, juego, gratuidad, fantasía, exuberancia, gastronomía, música y bailes, disfraces y muchas otras expresiones culturalmente ricas y valiosas.
Para Durkhleim “la fiesta primitiva era como una efervescencia colectiva, una de las formas elementales de la vida colectiva y la expresión de una solidaridad mecánica”.
Cuando estudiamos a Pasarón de la Vera pensamos en un grupo humano que conserva y transmite su tradición, con una sensibilidad especial por lo antiguo, esos valores y creencias que se respetan, guardan y transmiten celosamente de generación en generación y que les da identidad y presencia diferenciándolos de pueblos vecinos. Lo popular no está reñido con lo oficial, y deberíamos ver cómo los dirigentes políticos o religiosos de una comunidad se ponen al servicio del pueblo y facilitan sus celebraciones, digamos, es una oportunidad de acercar y compartir espacios oficiales con costumbres populares, es un marco idóneo de integración y acercamiento.
Las grandes expresiones humanas, las celebraciones festivas, dejan una memoria grata, raíz de todas creencias, mitos y leyendas; de ahí parten los relatos, los romances, las canciones, es parte de ese inconsciente colectivo donde están también las frustraciones y fracasos, los miedos y los odios ancestrales.
Las fiestas conectan las personas entre sí, une grupos humanos diversos, es también memoria e historia, afirman valores, generan recuerdos comunes y esperanzas colectivas.
La depresión y la tristeza, la rutina y la cotidianidad ceden su espacio a la alegría, la remoción del orden existente, a la locura y la excitación sensorial, es tiempo de disfrutar.
Vemos así que la fiesta es un elemento importante de la vida de una comunidad. Un pueblo que las celebra tiene capacidad de asimilar los acontecimientos y avanzar confiadamente hacia el futuro. Un grupo humano que ha perdido la fuerza de sus rituales carece de pasado, presente y futuro, ha perdido su contexto y su referencia. Celebrar requiere recuerdos comunes, esperanzas colectivas, vitalidad, integración, colectividad, participación; es época de alegría, de paz, de bienestar unido al ajetreo propio de la fiesta. Si a un pueblo le quitáramos sus celebraciones, lo acabaríamos, se consumiría en un presente sin esperanzas, perdería su identidad.
Desgraciadamente, y de desde hace varios años, observo como los pasaroniegos, los de aquí y los de allí, los que vivimos en Pasarón, Bilbao, Barcelona, Madrid, Berlín etc nos hemos dejado secuestrar las las Fiestas del Salvador, al igual que otras, en manos de varios dirigentes políticos o religiosos. Ya han perdido el carácter de popular, ya no son nuestras fiestas, son las de ellos, en las que poco a nada tenemos que ver.
Desde aquí lanzo una la iniciativa a todos los pasaroniegos; reivindicar lo que nos pertencece, reclamar los sentimientos de un pueblo.
Textos de Francisco José Alonso Rodríguez, publicados en el Diario Opinión de Zamorae el día 11.07.2015
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