Pensaba el poeta que el poder debería usarse con moderación y templanza, además del deber de cumplir con grandes y pequeños las leyes de la justicia.
Hermosas inclinaciones en el pasado que vienen, como anillos al dedo, para un país que intenta sacudirse el fantasma nefasto de la corrupción pertinaz.
Román Luengo Rodríguez
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