
Cualquiera de nosotros habrá experimentado una sensación especial al pasear por las calles de Pasarón de la Vera. El casco antiguo de este municipio, configurado a través de los siglos, es portador de unos especiales valores histórico-artísticos merecedores de protección, salvaguarda y tutela, tanto para disfrute actual como para transmitirlos a las generaciones futuras. No sólo se protege el monumento aislado representativo de una claro valor histórico, como puedan ser el Palacio de los Condes de Osorno o la Iglesia del Salvador, sino también edificaciones más humildes, con sus diferentes alturas y tipologías edificatorias, así como el trazado de sus calles que se esconden y vuelven a aparecer; sus plazas, sus rincones, sus patios, todo, en definitiva, lo que va conformando ese ambiente urbano singular e irrepetible.
Para preservar esos valores, el conjunto histórico, con los distintos elementos que lo forma, fue declarado bienes de interés cultural, con la categoría de conjunto histórico, máximo nivel legal de protección de la diversidad de bienes que conforman nuestro rico patrimonio histórico en el año 1998.


Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. La gestión y la protección que se está llevando a cabo deja bastante que desear. El principal conflicto con el que nos enfrentamos es la falta de operatividad de la Administración, de su inoperancia y dejadez.

                
                                                                
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