Estas navidades asistí con nostalgia al derribo del Bar El Venero, el kiosco de Carolo como siempre lo hemos denominado, y pensaba, en compañía de Aurora La Pelincha, cuántos recuerdos estaba enterrando la excavadora de Carlos Infantes. Al día siguiente seguía dándole vuelta al asunto y recordaba los morros y el café del Bar Las Cuatro Esquinas, las cervezas del Bar Emigrante, y sobre todo el ambiente festivo que espontáneamente se montaba entorno a esto dos bares los días de las Fiestas del Salvador, la carretera de la Blanca, esos días la carretera del pecado ¡benditos pecados!, abarrotada de gentes entorno a la puerta de la Discoteca Lips.
Aunque yo no lo viví me recordaban las historias que ocurrían en los cines de la época, el de Tío Boni y el de los Infantes, cuántas declaraciones y juegos de mano escucharon y vieron las sillas, cuántas madres cariacontecidas, cuánto frío pasaron los adolescentes que se quedaban en la puerta escuchando la película.
Llegué a la conclusión que estos recuerdos no debemos enterrarlos ni olvidarlos porque los bares siempre han sido punto de encuentros, de discusiones, de reconciliaciones, de cotilleos, de intercambio de experiencias o lugares que marcan el inicio y el final de muchas historias que merecen ser contadas. Buena parte de nuestra sociedad, en mayor o menor medida, pasa horas ganando o perdiendo tiempo en los bares, cerrando un trato o ahogando penas. Todos estos bares, y los que afortunadamente aún permanecen, se han convertido en espacios importantes dentro de nuestra vida cotidiana.
Por todo ello nos hemos puesto manos a la obra y la idea es compartir con todos vosotros las historias relacionadas con alguno de ellos, en las que los protagonistas somos nosotros mismo, las situaciones vividas en ellos, cómicas o divertidas, asombrosas o que han marcado incluso nuestras vidas y la de los demás.
Esta es la introducción, nosotros publicaremos la historia del bar y tú las vivencias que te han ocurrido, o bien alguna foto o video que tengas. La sección de comentarios es toda tuya. ¡A mí también me encantará leerte y entre todos hacer el libro del bar!